Una vez
finalizada la feria de San Isidro, es hora de hacer valoraciones, mejorar lo
negativo, fomentar lo positivo y sacar conclusiones.
Visto
como ha transcurrido la feria, es inevitable que se tenga que tomar medidas en lo
que al toro respecta.
Muchos son los tópicos manidos y que se emplean para
defender una idea como es “el toro de Madrid” ¿el toro de Madrid, de quien? ¿Quién
se ha inventado ese término taurino?
Curiosamente quien lo sostiene, tiende a
confundir el toro de Madrid con arrobas y pitones.. Si repasamos la cabaña
brava y los encastes, muchos son los que no pueden venir porque se han
inventado un modelo del toro de Madrid muy injusto para el espectáculo y para
el propio toro.
El trapío no son ni los pitones,
ni el peso, de hecho yo erradicaba de las tablillas el mismo. Este San Isidro
he vivido una circunstancia curiosa, un toro por debajo de 500 kilos protestado
y un toro similar por encima de 500 kilos silenciado de salida, falta de
criterio total.
Es todo un desbarajuste desde que
el toro está en la finca hasta que sale por chiqueros. Lo primero, ¿por qué el
toro tiene que desplazarse a Madrid a ser valorado y no se destina un equipo de
veterinarios a valorarlo en el campo? nos ahorraríamos costes de transporte y
sufrimiento a toro y ganadero, ya que
muchos animales se estropean en el viaje con el consecuente coste económico que
conlleva. Por otro lado el equipo veterinario de la plaza está sometido a una
presión por parte del aficionado que, por regla general, lleva a no poder
aplicar un criterio unificado para todos los reconocimientos, a parte de tener
cada presidente su propio equipo veterinario con lo que ello conlleva para
aplicar un criterio unificado.
La formula, en mi opinión, del trapío es
sencilla:
TRAPIO = CULATA +
MORRILLO + TIPO ENCASTE + TIPO DE LA GANADERIA DENTRO DE ESE ENCASTE +
ENCORNADURA ACORDE
Los ganaderos se vuelven locos,
un ejemplo el año pasado Baltasar Ibán, tuvo que traer toros para pasar el
reconocimiento del maldito tópico “del toro de Madrid” que tanto daño hace, por
encima de lo que es su tipo, consecuencia animales escurridos protestados entre
ellos yo.
Quiero un toro
de Ibán, por seguir con el ejemplo, en tipo, aunque sea chico, pero rematado
dentro de sus posibilidades.
¿Quién se ha
inventado eso de que al torero el toro grande le da miedo? Lo que asusta al diestro
es la casta no las arrobas.
Es cierto que
hay ganaderías que morfológicamente tienen un peso mayor, Raboso, Cuadri ó
Miura por poner un ejemplo, en ese caso es evidente que tendría que ajustarse
el criterio a su tipo.
Hablamos de un
falso torismo que sólo considera a Miura, Adolfo y Cuadri estandartes del toro
bravo, ¿y coquilla? ¿y graciliano? ¿y Murube? ¿y cobaleda? ¿y ……………… ? ¿seguimos?
¿si trajeses sus toros en tipo lo admitiría Madrid? Mucho dudo que no. Y decir
una cosa además, Juan Pedro, eso que tanto denostamos, a veces con razón y
otras no, ¿históricamente ha tenido el tamaño que le ha impuesto la exigencia
ficticia?
Por último
referirme a las novilladas, ¿dónde se ha visto que un profesional novel, tenga
que trabajar en las mismas condiciones que un veterano? Si me refiero al
novillo y su tamaño, estamos hablando de chavales que quieren ser toreros, que
tienen carencias y que para aprender y mejorar no pueden enfrentarse a un
animal de esas características.
Quiero que
quede muy claro, que no defiendo animales pequeños, defiendo que se lidien
animales en su tipo de su encaste y ganadería pero rematados dentro de las
posibilidades que el fenotipo del encaste les permita.
Animo desde
éste humilde espacio a todos los profesionales del toro, que tomen las riendas
y sean valientes para volver al toro en su tipo y con su trapío.
Ya se que no
tengo ni puta idea de esto, que me ponga a estudiar chaval, típicos tópicos
manidos que también hay que erradicar de mi pasión; el TOREO.